«Una realidad que jamás desdibujó una sonrisa en los niños», por Carol Navarrete
El 10 de agosto, después de 6 horas de autobús y unos tantos controles policiales, al fin llegué a Mae Sot acompañada de mis dos amigas María y Claudia. El día que emprendí el viaje a Tailandia no sabía que me depararían los siguientes 40 días, no había hecho ningún plan, simplemente dejarme llevar, aún así he de confesar algo, y es que detrás de esa incertidumbre siempre tuve claro que tarde o temprano iría Mae Sot, y así fue. Y por qué Mae Sot? Bien, en Mae Sot se encuentra la ONG Colabora Birmania, encontré su web casualmente, y tras empaparme de todo lo que explicaban en ella supe que sería uno de mis destinos.
Era la primera vez que acudiría a una ONG, tanto había leído y sentido hablar de ONG’s, tal era la intriga… y al fin, el día menos pensado me vi allí, rodeada de niños y más niños.
Colabora Birmania es una organización encargada de dar alimentación, educación, sanidad y un techo donde vivir a niños Birmanos. Debida a la opresión militar a la que se ve sometida la población birmana, y en especial las etnias minoritarias, muchos de éstos se ven obligados a escapar a Tailandia, donde permanecen como refugiados o bien como inmigrantes ilegales. Colabora Birmania ofrece ayuda a niños de inmigrantes ilegales, pues muchos de ellos se verían obligados a trabajar en el campo desde bien pequeños.
Durante la estancia en Mae Sot o bien martes o jueves quedaría con Javier, uno de los fundadores, quien nos enseñaría en primera persona el trabajo que llevan a cabo y quien nos llevaría a visitar la guardería “Chicken School” y la escuela “Km 42”. En mi caso la semana que estuve en Mae Sot coincidí con Ana y Fermín, quienes tenían como proyecto impartir dos talleres de teatro y expresión corporal a los peques. No pude ser más afortunada, pues no solo visité las escuelas, sino que me dejaron participar en tan maravilloso proyecto, con lo que pude pasar muchísimo tiempo con los niños.
Sinceramente, me cuesta definir la experiencia que viví, no tengo palabras! La realidad que percibí, que sentí, no podía estar más lejos de lo que había imaginado. Una fusión de sentimientos, una cruda realidad, llevadera en gran parte gracias al esfuerzo, constancia y trabajo de Colabora Birmania. Una realidad que jamás desdibujó una sonrisa en los niños. Tanto con la visita que hice con Javier, como con la participación en los talleres de Ana y Fermín quedé totalmente impregnada de la ilusión, la alegría, la ternura, la inocencia, el amor… de los niños. Éstos se mostraron muy participativos durante el taller, aún habiendo una pequeña barrera idiomática! Y es que no pueden ser más listos! Tanto que reímos todos juntos!
Además de esto me gustaría añadir lo que aluciné viendo la clase de matemáticas, no entendía “ni papa” pero pude intuir que estaban dando las tablas de multiplicar. Escucharlos gritar las tablas, entre otras cosas, me robó el corazón. Con esto decir que los profesores que trabajan en las escuelas son unos grandes profesionales y que hacen un trabajo excepcional.
Por último explicar un momento que tuve con varios de ellos después de la hora de comer, que por cierto, que bien comen! Pues bien, estábamos unos cuantos en círculo presentándonos, la cuestión es que yo me presenté y enseguida todos gritaban mi nombre. Mientras que ellos se presentaban uno a uno, yo repetía sus nombres y al instante los olvidaba, que cómico, no era capaz de retenerlos. Total que opté por hacer un video para así no olvidarlos nunca, y así el día que vuelva a la escuela, que espero que sea pronto poder llamar a unos cuantos, y que se rían de mi pésima pronunciación. En fin, gracias Colabora Birmania, gracias Javier, gracias a todos los que hacéis esto posible cada día, gracias por llenar de felicidad a tantos y tantos niños y darles la oportunidad que todo ser humano merece, y gracias a los peques por llenar de un “nosequé” mi corazón y por hacerlo palpitar cada vez que se acuerda de ellos. GRACIAS! HASTA PRONTO!!!
Carol Navarrete