En las últimas elecciones libres en Birmania en la que la NLD ganó por una abrumadora mayoría que la junta militar se negó a reconocer, anulando los resultados de los comicios y poniendo a su líder Aung San Suu Kyi bajo arresto domiciliario durante 15 años sumiendo a Birmania en un aislamiento internacional solamente superado por Korea del Norte que llevó al país a liderar el ranking de los países menos desarrollados del sudeste asiático, convirtiendo a Birmania en uno de los países mas pobres del mundo.

No es que los militares se hayan despertado un día creyendo en la democracia, pero la presión internacional y el ahogamiento económico que pesaba sobre el país debido a las sanciones internacionales obligaron a los militares a contentar a la comunidad internacional con tímidas aperturas y con la promesa de una transición democrática que estamos viviendo con mucha expectación y esperanza.

El pasado día 8 de noviembre asistimos a la culminación del proceso democrático mediante las primeras elecciones generales en 25 años. La NLD se ha postulado como primera fuerza política barriendo literalmente al partido del gobierno y abriendo una puerta a la esperanza. Pero como hemos comentado anteriormente, los militares no se han despertado un día creyendo en la democracia y mediante la constitución de 2008 han blindado su poder de manera que el nuevo gobierno será incapaz de cambiar nada sin el beneplácito de los militares que siguen ostentando el poder real.

El principal reto ahora para el nuevo gobierno será convencer a los militares para poder cambiar la constitución que les perpetúa en el poder, aunque éstos no parecen muy decididos a ceder ni un ápice en sus privilegios, por lo que seguimos expectantes el desarrollo de los acontecimientos. No hay nada que celebrar aún, pero esperamos que éste sea el primer paso para que la población birmana consiga una democracia real donde el ejército se supedite al parlamento y a las leyes democráticas.