Un año más, hemos tenido que reinventar el modelo educativo para garantizar la educación de los más de 800 alumnos que estudian en nuestras escuelas.

El azote del covid-19 ha sido especialmente duro en Mae Sot, donde hasta hace un par de meses aún sufríamos duras restricciones a la movilidad ya que las autoridades sanitarias seguían calificando la región de Tak como zona roja, lo que se traduce como zona de máximo riesgo de contagio.

Durante estos dos años de pandemia hemos tenido que re-organizar toda la estructura educativa y reinventarnos con el fin de garantizar la educación de todos nuestros alumnos. Las duras restricciones y el cierre obligatorio de negocios, escuelas, universidades y otros servicios considerados no esenciales dejaron sin colegio a los más de 800 niños refugiados birmanos que de la noche a la mañana sufrieron un encierro masivo que les aisló aún más. 

La mayoría de familias birmanas que viven en la zona trabajan en los campos de cultivo y fábricas textiles cobrando jornales de 2€ con lo que pueden comprar los alimentos que consumirán ése mismo día, es decir que si hoy no trabajan tampoco comen. Desde Colabora Birmania hemos repartido alimentos, agua, mosquiteras, leche para los niños y otros artículos de primera necesidad entre las comunidades más desfavorecidas.

Su situación ya era crítica y la pandemia ha terminado de hundir sus precarias economías familiares que en muchos casos ya no les llega ni para un plato de arroz diario.

Con vuestro apoyo seguimos trabajando para mejorar las condiciones de vida de la población. Hemos preparado a nuestros profesores para que impartan las clases online, a menudo con medios muy limitados utilizando teléfonos móviles y desplazando a los docentes a las comunidades donde viven los alumnos y que se forman alrededor de los campos de cultivo y fábricas donde trabajan sus padres.

Existen más de 50 comunidades de inmigrantes birmanos en el área de Mae Sot, así que hemos tenido que realizar un esfuerzo extra para garantizar que los profesores visiten cada comunidad por lo menos una vez por semana realizando evaluaciones, dudas y un control del alumno por parte de los profesores siguiendo sus progresos y asegurándose de que los chicos, siguen el programa de estudios de manera adecuada.

Algunas de las comunidades no disponen de electricidad por lo que se hace aún más difícil el impartir clases online en zonas con poca cobertura o donde la población no dispone de un generador para recargar sus dispositivos electrónicos, otras veces los teléfonos son analógicos y no permiten realizar las clases online, por eso son precisamente estas comunidades las que mas necesitan las visitas semanales de los profesores que a menudo suelen ser también las más remotas y cuyo acceso en temporada de lluvias es muy complicado. 

Ahora que termina el curso escolar, podemos afirmar que, a pesar de todas las dificultades y gracias a vuestro apoyo y compromiso, y al tremendo esfuerzo realizado por nuestros profesores, hemos conseguido garantizar la educación de la mayoría de los alumnos que atendían a nuestras escuelas antes de la pandemia y seguiremos haciéndolo con vuestra ayuda.

Confiamos en que el próximo curso escolar podamos enviaros imágenes de los colegios ya abiertos repletos de niños jugando, corriendo, gritando y aprendiendo; deseando que la normalidad vuelva a la vida de todos.