La construcción de un edificio de aulas en la escuela Kyel Dagon fue nuestro primer proyecto en Myanmar. Algo en lo que llevábamos soñando desde que comenzamos a trabajar en 2009 en Mae Sot (Tailandia) con los miles de birmanos que se vieron obligados a dejar sus hogares debido al conflicto armado y pobreza de su país.

La escuela Kyel Dagon se encuentra en una aldea preciosa pero muy castigada del sur de Myanmar, en la región de Ayeyarwaddy, zona devastada por el ciclón Nargis en 2009. Somos la primera organización en trabajar en esta zona en proyectos de infraestructura para mejorar la educación de los niños y jóvenes de las aldeas de esta zona, y esto es una gran responsabilidad para nosotros. Los habitantes de la aldea nos lo han puesto fácil, son gente muy trabajadora, humilde y agradecida.

En 2015, gracias a la donación del colaborador americano John Floyd, llevamos a cabo la construcción de nuevas aulas; un edificio de ladrillo donde alojar las dos aulas en la que se imparten los cursos de secundaria a cerca de 100 alumnos de entre 14 y 16 años. Es una escuela gestionada por un matrimonio, los dos ejercen de profesores en la escuela, y junto a tres profesores más, preparan a los alumnos para el examen de convalidación que deben de realizar a final de curso en la ciudad de Bogale, a 2 horas en barco. Si esta escuela no estuviera en la aldea, muchos de los alumnos no podrían continuar sus estudios después de finalizar la educación primaria, ya que la escuela pública de la aldea no imparte cursos superiores, y con 14 años no tendrían otra opción que comenzar a trabajar en la siembra y recolecta del arroz en sus aldeas. Gracias a la existencia de esta escuela y a la buena gestión de sus directores, tienen la opción de continuar dos cursos más, los previos a la universidad. Además, la escuela cuenta con un internado donde se alojan los alumnos que vienen de otras aldeas, todas comunicadas por río y sin posibilidad de ir y volver en el mismo día.

Cuando conocimos la escuela, los 100 alumnos se hacinaban en dos aulas de un edificio cochambroso construido con bambú y placas de zinc. Estancias que se convertían en dormitorios una vez finalizaban las clases. Nos fascinó la buena organización de la escuela y la alta motivación de alumnos y profesores a pesar de los precarios medios con los que contaban. Cada alumno aporta un dinero para el mantenimiento de la escuela y el pago de los salarios de los profesores. Para la alimentación de los alumnos internos cada uno aporta lo que tiene; arroz, pescado, aceite, etc., todo se comparte, también con los que no pueden aportar nada. Es una escuela que funcionaba muy bien y se autosostiene por sí sola, pero las instalaciones eran muy precarias y no tenían la capacidad de mejorarlas, ya que las aportaciones apenas dan para su mínimo mantenimiento.

Una vez finalizada la construcción de las aulas, la segunda fase consistía en la construcción de unos dormitorios decentes para los alumnos y los profesores, además de una zona de estudio, baños y pozo de agua. Gracias a las aportaciones de varios colaboradores en España y Berlín, pudimos conseguir los cerca de 10.000€ necesarios para llevar a cabo esta segunda fase.

Hoy son 122 los alumnos que estudian en la escuela Kyel Dagon, 95 de ellos viven en los dormitorios, y estamos muy orgullosos de apoyar su educación habiendo facilitado un edificio a la altura de su motivación y esfuerzo, y confiamos en que esto sea una ayuda para que muchos de ellos puedan tener un buen futuro.

¡Gracias a todos los que habéis sumado vuestro esfuerzo para hacer esta construcción posible!