«Conocí las sonrisas de todos los niños que forman parte del km 42»
Llegamos a Mae Sot para cruzar la frontera con Myanmar y aquí fue donde descubrimos Colabora Birmania, un proyecto humanitario donde ayudan a todos los hijos de padres refugiados birmanos a tener una oportunidad con la escolarización.
Nuestra visita fue algo especial porque fue totalmente improvisada ya que nos pusimos en contacto el mismo día que llegamos a esta ciudad fronteriza. Fuera como fuese, Rebeca Lacasa nos explicó que normalmente las visitas se organizan 15 días antes porque tienen 2 escuelas y 2 orfanatos, así que amabilísimamente nos pudo hacer un hueco en su apretada agenda (y es que llegamos dos día antes de las vacaciones de navidad, además!) fuimos a visitar la escuela en Km42 aprovechando que estaban haciendo con los niños unos vídeos navideños para todos los embajadores que colaboran con este proyecto increíblemente solidario y bonito.
Fuera de todo circuito pudimos ver la realidad de un cole donde los niños tienen la oportunidad de formarse, donde los profesores colaboran en este proceso tan complicado y la importancia y fuerza que tiene el director. Se trabaja muy duro no solo con el día a día de los niños que desde mi punto de vista puede ser, entre comillas, lo más sencillo. Se hace una labor más profunda intentando concienciar a las familias de la importancia que tendrá en el futuro que sus hijos tengan una educación y el intentar que desde una edad muy temprana no tengan que ir a trabajar al campo.
Rebeca y Aung Myo Swe no explicaron cual era la situación que tenían los birmanos exiliados en Tailandia. Tratamos los temas de prostitución, venta de personas, secuestros, trabajos malpagados en condiciones más precarias de las que puedo imaginar… y es que si me frotara los ojos, frotaría y frotaría, todo sin poder creer que todas las palabras que nos contaba Rebeca pudiesen ocurrir en el s. XXI.
Llegamos al cole… El tiempo se paró no sé exactamente cuantas horas. Lo único que sé es que conocí a los protagonistas de este proyecto. Conocí las sonrisas de todos los niños que forman parte del km 42 y de repente pude entender de una manera más consciente la suerte que tienen estos niños de que alguien crea en ellos, su cultura y su futuro.
Gracias a todos los niños por deleitarnos con esas amplias sonrisas e inyectarnos una dosis de infancia por las venas… Gracias a todos los que no conocimos pero que forman parte de Colabora Birmania que hacen posible que todos los proyectos que se proponen se hagan realidad.
Gracias a Rebeca y a Aung Myo Swe por dedicarnos su valioso tiempo y recordarnos que los niños tienen que ser niños y su futuro es posible si todos ponemos nuestro granito de arena.
Ana y Enzo