Los Rohingyas
Han pasado cinco años desde que el ejército de Myanmar lanzó una campaña de masacres que mató a unas 7,000 personas de la minoría Rohingya en un solo mes, lo que obligó a 700,000 personas a huir de Birmania hacia la vecina Bangladés.
Desde la primera gran operación militar contra la minoría Rohingya en 1978, que expulsó a 200,000 personas, los Rohingya han sido despojados colectivamente de su ciudadanía y han sido objeto de una creciente violencia y discriminación que culminó en las «operaciones de limpieza» que comenzaron el 25 de agosto de 2017. Según documentos militares descubiertos por la Comisión de Justicia y Responsabilidad Internacional y enviados a la Corte Penal Internacional, que confirman el premeditado plan de limpieza étnica y que dichas operaciones llevaban años siendo planeadas.
Un millón de Rohingya han sido reubicados en campos de refugiados en Bangladés diseñados para ser temporales, hechos de bambú y lonas que ofrecen poca resistencia a los incendios y las inundaciones que se producen de manera regular. (El pasado fin de semana un incendio arrasó miles de casas del campo de refugiados de Kutupalong en el distrito de Cox´s Bazar)
Más de 100,000 han sido trasladados a Bhasan Char, un campamento remoto en una isla del golfo de Bengala, mientras que se construyó una cerca alrededor del resto de los campos, impidiendo que los Rohingya se movieran sin permiso. A los Rohingya no se les permite trabajar y los centros educativos de secundaria dirigidos por Rohingya han sido cerrados.
Ningún otro país ha ayudado a Bangladés acogiendo refugiados y la posibilidad de regresar a Myanmar parece ahora mismo una muy remota. El golpe de estado militar de 2021 no hizo que el país fuera más seguro que hace cinco años y el gobierno no ha hecho nada para mejorar las condiciones de los Rohingyas ni ha iniciado ningún proceso que indique intención alguna de reconocer a los Rohingya como ciudadanos. Muchos de sus pueblos y aldeas se han convertidos en bases militares o simplemente han sido tragados por la vegetación.
Foto: Mujeres y niños Rohingyas hacen cola para recibir ayuda en el campamento de refugiados de Kutupalong, en Cox’s Bazar, Bangladesh. ACNUR/Roger Arnold (Fuente eldiario.es)