Despertarte con un golpe de estado en Birmania
El pasado lunes día 1 de febrero nos despertamos sobresaltados, las primeras miradas al teléfono indicaban que algo estaba pasando, mensajes de amigos y de diferentes grupos de whatsaçap se amontonaban en el teléfono y entre sorbo y sorbo del café me iba despejando a la vez que leía incrédulo la noticia. “Golpe de estado en Birmania” Un escalofrío recorre mi cuerpo, me vienen a la memoria los peores momentos de la dictadura cuyas imágenes tenemos todos grabados en nuestras mentes, la revolución estudiantil del 8/8/88 o la revolución azafrán. Automáticamente me vienen a la cabeza infinidad de historias que amigos birmanos me contaban entre cervezas, historias de abusos, prisiones, guerrillas… historias terribles que marcaron mi vida de tal manera que aún nos mantiene comprometidos con este maravilloso país y su gente.
El país se levantó el lunes con las comunicaciones cortadas, sólo la televisión pública emitía señal, el resto de cadenas estaban cortadas, las lineas telefónicas no funcionan e internet también había caído. De repente, de un día para el otro te encuentras aislado, atrapado otra vez en un régimen totalitario que vulnera tus derechos sin previo aviso ni consentimiento, que decide arrancarte tu libertad tan rápidamente que ni siquiera te has dado cuenta. Así es como sucede, te levantas cada día pensando que tu país ya lo ha superado, que aunque aún hay que cambiar muchas cosas y aunque la democracia aún no es plena está claro que vamos en la buena dirección.
Ya hace casi 10 años de las primeras elecciones “libres” y aunque el ejército se guarda un as en la manga y controla los ministerios clave y el 25% del parlamento (sin el cual ninguna ley puede salir adelante) parecía que Birmania empezaba a avanzar hacia la democracia y la libertad individual, pero el comandante en jefe del Ejercito Birmano, (también conocido como el Tatmadaw), el General Min Aung Hlaing, decidió que no. Tras un ajetreado fin de semana denunciando un presunto fraude electoral en los comicios de noviembre que nadie más ha denunciado, se despertó el lunes tomando el poder y deteniendo a gran parte del gobierno y a los líderes de la oposición, entre ellos a la líder y presidenta de facto Aung San Suu Kyi (premio novel de la paz e icono de la resistencia birmana). Los motivos parecen ser un supuesto fraude electoral durante los pasados comicios de noviembre donde la líder de la NLD (Liga Nacional para la Democracia) había vuelto a ganar por mas del 80% de los sufragios.
El General Min Aung Hlaing, ha declarado que asumirá el control del gobierno durante un año hasta poner orden y celebrar otros comicios. Sorprende que no haya habido protestas por parte de ningún órgano de control con anterioridad y que tal vez ésta, podría ser la legislatura en la que se podría cambiar la constitución de 2008, que redactó el ejército en un ejercicio de cinismo máximo, vendiendo una apertura a la democracia pero blindando su poder y sus privilegios. Es por esto que podríamos pensar que ante el temor a un cambio constitucional que les prive de sus privilegios y pueda hasta conducirles a un proceso penal internacional, hayan decidido volver a hacerse con el control para protegerse y evitar ser juzgados por sus numerosos crímenes, aunque esto no son más que conjeturas.
Las reacciones no se han hecho esperar, protestas por todo el planeta exigiendo al ejército birmano que devuelva el poder al parlamento, movimientos como #justiceformyanmar o «Fuck the Coup”, sonadas caceroladas en las principales ciudades del país o un nuevo movimiento que empieza a coger fuerza en las redes donde se invita a la desobediencia civil #Civil_disobedience son claras muestras de que la población civil no está dispuesta a dejarse pisotear otra vez y que saldrá a la calle a protestar.
No sabemos hasta donde el Tatmadaw está dispuesto a llegar, nos tememos que como en otras ocasiones no les tiemble el pulso a la hora de reprimir las protestas, aunque confiamos en que esta vez la población civil y la presión internacional consigan parar este golpe de estado y devolver a Birmania/Myanmar a la senda de la democracia y los derechos civiles individuales.
Javier García, co-fundador de Colabora Birmania