10 años en constante crecimiento
Hace 10 años empezaba un sueño un poco alocado, no sabía hasta donde me llevaría, pero tenía muy claro que quería hacer este paso, vivir una realidad nueva y conocer una cultura tan distinta a la mía. Ya había estado en Tailandia anteriormente varias veces, pero al pisar la población de Mae Sot por primera vez, fue como si estuviera en otro país, un rincón del Reino de Siam olvidado por las grandes empresas y por el turismo masivo. Tailandeses, birmanos, karen, mong, chinos y otras etnias se mezclaban en el asfalto entre motos y bicicletas.
«Nos argumentaban el porqué habían huido y porqué se encontraban trabajando ilegalmente».
Con el resto del equipo conocimos situaciones extremas de testimonios birmanos, nos contaban las atrocidades que habían pasado en su país y nos argumentaban el porqué habían huido y porqué se encontraban trabajando ilegalmente en los alrededores de Mae Sot. Los niños tenían peor suerte ya que si no trabajaban (muchos de ellos lo hacían desde los 7 años) pululaban por sus comunidades expuestos a las mafias de personas.
En una zona más remota, conocimos una pequeña cabaña de madera, era un refugio, un centro donde los padres que tenían la suerte de trabajar dejaban a sus hijos al cargo del responsable de la casa, que les acogía dándoles cobijo y aportándoles conocimiento básico con su mejor voluntad.
«La cabaña evolucionó a la guardería llamada Chicken School».
Allí empezó mi sueño. El conocer a personas tan distintas y al querer ayudarles con este pequeño paraguas llamado Colabora Birmania que habíamos creado con este fin. Era el momento de actuar. La cabaña evolucionó a la guardería llamada Chicken School donde actualmente damos educación a 125 niños y niñas.
La pieza ya había caído y el efecto dominó fue imparable, la guardería fue el primer proyecto, pero no el último. Muchas reuniones con ONG locales e internacionales, con el ministerio de educación, muchas horas intentando entender la cultura birmana, el poder, sus jerarquías, su machismo, sus medias verdades, sus necesidades, sus inquietudes… ayudaron a seguir creciendo y a comprender como es el ser humano y de qué mejor manera se puede ayudar.
También han habido decepciones, situaciones extremas, de cómo una persona es capaz de hacer atrocidades, de engaños, de celos, pero también han sido 10 años de sorpresas. Sigo maravillado con numerosas personas, tanto en España, en Mae Sot o en Birmania, que quieren ayudar, por su entrega, por sus aportaciones, por su generosidad. Sin ellos las organizaciones no tendrían sentido de existir.
«Seguiremos trabajando para que más niños puedan vivir como se merecen».
Pensando en estos 10 años solo puedo estar agradecido, por lo que he aprendido como profesional (trabajando en terreno y en la oficina) y como persona. Gracias a todos, al equipo de Colabora Birmania, y a las personas que, de forma desinteresada, ayudan cada mes aportando, con dinero, con tiempo, para que estos niños tengan una educación y vivan seguros. Gracias por darme la oportunidad de vivir estos 10 años con vosotros. Seguiremos trabajando para que más niños puedan vivir como se merecen.
Marc Comas – Cofundador Colabora Birmania